jueves, 27 de septiembre de 2007

viernes, 7 de septiembre de 2007

Se nos viene un chaparrón…





El problema del agua no es la falta sino, más bien, la mala gestión y distribución de los recursos hídricos y sus métodos.
Mientras gran parte de la atención se centra en problemas relacionados con el suministro y la seguridad de la energía, cientos de millones de otros siguen viendo el agua como algo o más importante.
El problema del agua es un recurso que se da por sentado en muchos lugares, es muy escaso para los 1.1 billones de personas que carecen de acceso al agua potable, y cerca de 700 millones viven debajo de 1,700 metros cúbicos de agua por persona por año, aunado habría que sumar otros 2.400 millones de personas que no tienen acceso a un saneamiento adecuado.
Más de 2.200 millones de habitantes de los países subdesarrollados, la mayoría niños, mueren todos los años de enfermedades asociadas con la falta de agua potable, saneamiento adecuado e higiene. Además, casi la mitad de los habitantes de los países en desarrollo sufren enfermedades provocadas, directa o indirectamente, por el consumo de agua o alimentos contaminados, o por los organismos causantes de enfermedades que se desarrollan en el agua. Con suministros suficientes de agua potable y saneamiento adecuado, la incidencia de algunas enfermedades y la muerte podrían reducirse hasta un 75 por ciento.
La escasez de agua dulce es uno de los siete problemas ambientales fundamentales presentados en el Informe “Perspectivas del Medio Ambiente Mundial” del PNUMA. Es más, en una encuesta realizada a 200 científicos lo señalaban, junto al cambio climático, como el principal problema del nuevo siglo. De forma sencilla se puede decir que estamos alcanzando el límite de extraer agua dulce de la superficie terrestre, pero el consumo no deja de aumentar. Sin embargo, una gran amenaza la constituye el efecto que el cambio climático tendrá sobre el ciclo hidrológico y la disponibilidad de agua dulce, debido al aumento de la temperatura, lo cual incrementa la evaporación y reducirá de manera importante las lluvias-en hasta un 20% en el Oriente Próximo y el Norte de África.
La mayor parte del agua dulce se utiliza para la agricultura, mientras que una cantidad sustancial se pierde en el proceso de riego. La mayoría de los sistemas de riego funcionan de manera ineficiente, por lo que se pierde aproximadamente el 60 por ciento del agua que se extrae, que se evapora o vuelve al cauce de los ríos o a los acuíferos subterráneos.
La aparente abundancia del agua en el mundo ha dado la impresión, en el pasado, de que se trataba de un bien inagotable. Era también el más barato. En la mayor parte de regiones el agua era gratuita. Todo ello ha conducido al hombre a derrocharla. Las fugas en las redes de alimentación de agua de las ciudades son enormes. El agua se considera en la actualidad como un recurso económico del mismo valor que los minerales, y debe ser administrada racionalmente. Se ha constatado que la explotación irracional de un recurso de superficie o subterráneo provoca déficit de agua y que esos déficit tienden a aparecer en nuevos lugares y a menudo varias veces por año. Es probable que los déficit sean causados por la contaminación; en todos los casos, comprometen el desarrollo urbano y económico.
Por último, creo que tanto la investigación e innovaciones técnicas en el ámbito de la agronomía son cruciales para maximizar el uso eficiente del agua-siendo el mayor consumidor del recurso-; sin embargo inevitablemente está escasez obliga a revisar todas las prácticas y políticas en todos los sectores, lo cual ESPERAR no es parte de la solución.