lunes, 31 de diciembre de 2007

La solución única

Los grandes desafíos que tanto el Gobierno como todos los costarricense, nos encontramos en: una creciente criminalidad, incontrolable narcotráfico, la Costa Rica de los pocos muy ricos y la Costa Rica de los muchos muy pobres, la desintegración familiar…etc., urge una gobernabilidad, que asegure el poder trabajar para el bien público y particularmente por los más necesitados.
Como ciudadano costarricense, me siento perennemente amenazado, desprotegido, y en algunos momentos frustrado, debido a las condiciones que hemos construido, en donde la integridad física y patrimonial no son oportunidades de las cuales podemos disfrutar hoy.
Vivimos atrincherados en nuestras “casas”, tratando de sobrevivir en está guerra, en donde la violencia doméstica, accidentes de tránsito, la delincuencia en bajas y altas esferas, las toneladas de cocaína, desintegración familiar, etc., lamentablemente nos está ganando.
Debemos regresar a nuestro origen, en donde nuestros valores son pilares fundamentales, cuya conciencia moral es la ley de nuestro espíritu y nuestras virtudes nos van ha permitir realizar actos buenos y dar lo mejor de sí mismo. Todo esto, nos permite entender que somos llamados al bien común, que supone en primer orden el respeto, exigiendo el bienestar social y el desarrollo y finalmente implica paz, estabilidad y seguridad.
Costa Rica, no puede separar el vínculo adherente que existe con Dios. De lo contrario, se debe de incrementar un mayor acercamiento con Dios, sin importar el credo que profesamos, saliendo de esa zona de confort e indiferencia espiritual, volviéndonos a nuestro Creador.

Como ciudadano católico, estoy totalmente seguro que la solución única de todas estas problemáticas sociales, se llama Dios.
Debemos de entender, que la familia es la célula original y sociedad natural, -es tierra fértil-, en donde se deben de enfocar todos los esfuerzos. Bien, nos lo indica el Catecismo de la Iglesia Católica: “la familia debe ser ayudada y defendida mediante medidas sociales apropiadas.” Que desde luego, está es la tarea que le corresponde al Estado, de defender y promover el bien común.
El actual Gobierno está obligado-no ha negociar- ha endurecer las leyes, políticas y acciones, con la intención de retomar la gobernabilidad de está querida nación. Requerimos de gobernantes investidos de legítima autoridad, que defiendan las instituciones y consagren, en la medida suficiente, su actividad y sus desvelos al provecho común del país. El deber de obediencia impone a todos la obligación de dar a la autoridad los honores que le son debidos, y de rodear de respeto y, según su mérito, de gratitud y de benevolencia a las personas que la ejercen.
Por otra parte, todos estamos comprometidos ha seguir trabajando en el seno de la familia-cuya actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de Dios. La familia es la comunidad en la que, desde la infancia, se pueden aprender los valores morales, se comienza a honrar a Dios y a usar bien de la libertad, que además es la iniciación a la vida en sociedad.