En
la actualidad el ciudadano que ejerce responsablemente
su derecho de sufragio, es sumamente sofisticado, exigiendo al Gobierno
respuestas a sus necesidades de su entorno y por supuesto personales. Ahora
bien, un gobierno sin repuestas y/o soluciones deteriora la gestión, afectando
la participación y desde luego; el compromiso con la políticas públicas del
Ejecutivo, es ahí donde, los
articuladores del sistema democrático, deben mancomunar esfuerzo para dar
respuestas a las necesidades.
Desde
luego, un gobierno que genere resultados tanto en el marco social, económico y político, es una condición sana
de una participación ciudadana. Esto no quiere decir que todo está bien, por
qué? Por qué, hay que analizar la calidad de la participación, su composición y
el uso de la tecnología, además de las intenciones de los ciudadanos, que en
muchos casos el acercamiento gradual hacia los
partidos políticos a través de solicitudes de apoyo y ayudas personales.
Es
interesante ver como el incremento de participación ciudadano va en ascenso,
sin embargo es una participación trivial con una intención al individualismo, y
no al beneficio común; y es ahí, donde los resultados pueden ser engañosos
debido a su puntualidad y no lo
integral. Esa energía desenfocada es donde las autoridades deben destinar recursos hacia la educación cívica y valores democráticos;
para transformar las formas de participación.
A
título personal, me parece que un participación
actualizada se consigue con la unión
de esfuerzos locales y no personales. Bajo esta primicia, trabajar
mancomunado con las instituciones gubernamentales para negociar la agenda y
posterior su ejecución. El compromiso ciudadano local debe ser visible para suscitar confianza y resultados. No es
solamente válido, buscar firmas, quejarse, escribir al Presidente, huelgas,
etc; todos somos responsable de fortalecer la democracia haciendo con
acciones de compromiso y muestras de responsabilidad de un ciudadano proactivo.
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