miércoles, 9 de octubre de 2013

Y los bienes públicos...afecta la pobreza?

            En la actualidad hemos presenciado en toda las latitudes, actos de corrupción; ejecutivos y políticos seducidos por los placeres terrenales, provocando magnos escándalos con pérdidas monetarias e imagen política y corporativa. Todo esto ha repercutido, en descrédito y desconfianza en el caso de los accionistas, y en las naciones un aumento vertiginoso en brechas sociales, desvirtuando el principio del bien común y afectando los bienes público; estos últimos entendidos, como todo aquello que produce efectos sobre quienes no han participado en la transacción, y que tiene la característica de no ser excluyente ni rivalidad; siendo público independiente de su estrato social del usuario y  totalmente  desligado del grupo sanguíneo.
            Ahora bien, debido a las fallas de gobiernos anteriores, existen externalidades, entendía como un coste u beneficio impuestos sobre alguien por las acciones de otros, ya sean negativas o positivas; suscitando la preocupación del derecho del Gobierno de delegar estás externalidades al sector privado, que debido a su naturaleza de: competencia, lucro y exclusión; puede ocasionar un deterioro al sector social más pobre por exclusión; siendo de sumo cuidado controlar que se puede delegar, para no tener fomentar un puro Estado Neoliberal y solamente tener un Gobierno "fiscalizador", que engrosa los gastos públicos endosados a los contribuyentes. Además, es de carácter imperativo que el Gobierno debe controlar, fiscalizar y sancionar con cargas impositivas, ya sea a las externalidades negativas y positivas; para que aquellos estén infringiendo la ley  pague, y en los casos de emprendedores sociales que están disminuyendo el coste social incentivarlos con adecuaciones a las cargas impositivas u otros beneficios.
            Desde luego, estás deficiencias de los mecanismos y/o herramientas aplicadas, para la toma de las decisiones colectivas políticamente,  deben definir los montos "socialmente óptimos" de los bienes públicos para corregir las externalidades, que en muchos casos el remedio es más costoso que la enfermedad; esto debido a la ineficiencia e inercia de los puros burócratas, que postergan la acción, produciendo altos costos a los contribuyentes. Un ejemplo típico en nuestro país, es el tema de la seguridad considerado un bien público, donde el contribuyente paga los impuestos al gobierno central para costear la seguridad nacional, sin embargo en el caso de Costa Rica, gobiernos locales y empresas privados, ofrecen seguridad, que en caso de las municipalidades puede discretamente incrementar el impuesto predial a los demás para mantener la operación municipal que en muchos casos son estériles.
            Hoy por hoy, se vive en un sistema capitalista salvaje, que acumula vorazmente riqueza, robándola a otros estratos sociales, siendo evidente no sólo cuando surgen nuevos capitalistas de la corrupción del Gobierno "chorizos ejecutivos", del uso privatizado de la justicia y la ley, y de la liquidación del patrimonio público, sino cuando se patenta la vida, las células y no los procesos, cuando se trata de hacer negocio con lo que era un patrimonio universal heredado y legado a nuestros hijos, cuando se hace negocio de la biodiversidad, de la diversidad cultural, agua, etc. O sea, estamos lejos de un capital que ya se apropió de todo lo que quería apropiarse y ahora vamos a ver como recuperamos una parte. Que en muchos casos, se debió las laxas regulación, repercutiendo nuevos negocios con los bienes públicos, violentado principios primordiales como la no exclusión, sin embargo es más la corrupción en altas esferas, que lo voluntad de resarcir todas las fallas del gobierno anteriores.
            Abonado a ello, debido a nuestra cultura política,  nos plantean  programas de corto plazo cada cuatro años, que en muchos casos reina; la improvisación, el despilfarro de recursos e implementaciones de políticas públicas estériles; siendo los más afectado los sectores más vulnerables y desfavorecidos; recibiendo a cuentagotas las "ayudas", para maquillar los índices económicos y así mejorar la supuesta "inversión social".     
            Tenemos claro el magno papel del venidero gobierno; la mayúscula responsabilidad de administrar los bienes públicos de la manera más eficiente y eficaz para la perpetuidad, sin socavar las economías de los contribuyentes, siendo estos corresponsables del deterioro de los mismo. Y es ahí, donde se debe de estimular una conciencia colectiva para una mayor participación ciudadana en la calidad de los bienes, además es necesario revisar la estructura de cargas impositivas para aquellos emprendedores sociales que están alivianando la falta de inversión social del Gobierno, robustecer la descentralización  de bienes y servicios públicos; y fundamental amalgamar las alianzas público-privado.
Con estas y otras acciones, se pueda generar un encadenamiento social dinámico, cerrando la brecha entre clases, fomentando la equidad y sobre todo enalteciendo la  dignidad humano, para gozar de un agradable ambiente tanto para el individuo como para la colectividad.

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